Con la agrupación dentro de los grandes conglomerados industriales internacionales, los fabricantes que todavía llevan el nombre de su fundador son cada vez más escasos. Porsche es uno de ellos, y se puede decir que la marca alemana ha tenido un profundo impacto en la industria del automóvil en más de una forma desde mediados del siglo XX. La filosofía de sus directivos e ingenieros se ha mantenido constante, basada en la sencillez y el perfeccionismo.

Para Ferry Porsche, que se hizo cargo del negocio familiar después de la guerra, la marca de automóviles fundada por su padre debía estar estrechamente vinculada a la competición. Su idea era que los compradores de automóviles Porsche viesen regularmente los modelos de la firma bávara alcanzando el éxito por todos los circuitos del mundo. Para él, las carreras de automóviles eran un laboratorio tecnológico formidable que avanzaban las innovaciones que luego serían aplicadas a la producción en serie. Todos los modelos diseñados y fabricados por Porsche siguen este exigente enfoque de innovación y mejora continua. Algunos modelos se desviaron más o menos de esta premisa, pero Porsche siempre se mantuvo fiel al espíritu de evolución permanente que animó al ingeniero Ferdinand Porsche a fundar su oficina de diseño de ingeniería mecánica en Zuffenhausen el 25 de abril de 1931.